Puedes leer artículos de prensa del concierto de Springsteen en Badalona.
RITMIC.COM
The Boss no defraudó en su visita a EspañaLa cita reunió a 9.663 espectadores que disfrutaron de la particular visión del legado folk de Pete Seeger, para ello Springsteen contó con las canciones de su último trabajo 'We shall overcome. The Seeger sessions'.
Había expectación por ver cómo The Boss interpretaba el material grabado por Seeger, en especial el anterior a su unión con Woody Guthrie para formar The Almanac Singers. El cantante no defraudó en la que ha sido la undécima visita de Springsteen a Barcelona.
Comunicativo como siempre, Bruce recordó en todo momento el porqué de su homenaje a Seeger, un hombre honesto, casado con la honradez y que sufrió la persecución política por hacer aflorar las mentiras de la guerra fría.
Cincuenta años después, Springsteen tiene demasiada rabia como para tragarse determinadas cosas y siente vergüenza por la actuación internacional de su país y las mentiras de su presidente George W. Bush. El cantante visitó Badalona, Barcelona, para gritar que su voz, su armónica y sus guitarras atacan la mentira, la insolidaridad y el abuso de poder.
Acompañado de 17 músicos, dictó sentencia a ritmo de folk, blues, country, gospel, cajún o zydeco, convirtiendo un homenaje a Seeger en un canto de esperanza. Para ello partió de las canciones incluidas en su último trabajo, 'We shall overcome. The Seeger sessions', elepé que interpretó casi al completo, además de algunas composiciones propias.
Así, tras empezar con 'John Henry', después presentó 'Oh, Mary, Don't You Weep', más tarde llegó 'Johnny 99', de su disco 'Nebraska', concebida con guitarra y voz fue un canto sureño, y tras insistir al público si "estaba preparado para cantar", comenzó 'Old Dan Tucker', que puso en pie al Pabellón Olímpico de Badalona, Barcelona.
"Esta canción habla de la vida y los derechos civiles en Estados Unidos", dijo de 'Eyes on the Prize', que cantó como si le fuera la vida en ello, y, con su mujer, Patti Scialfa -voz y guitarra-, siempre a su lado, prosiguió con 'Jessie James', 'Adam raised a Cain', 'Erie Canal', "una canción de amor de un hombre a su mula porque en 1905 las mulas eran muy importantes", explicó The Boss.
'Mrs. McGrath', 'How Can a Poor Man Stand Such Times and Live?', 'Jacob's Ladder', 'We Shall Overcome', 'Open All Nigy down' y 'Pay Me My Money Down' fueron otros de los temas interpretados.
El violín, los metales, el acordeón, el banjo remarcando la parte más lúdica y festiva, un sinfín de percusiones, las guitarras acústicas y los coros pusieron ritmo a la cita que duró casi dos horas y media. Un telón frontal simulando el típico music-hall, 120.000 vatios de luz, 80.000 vatios de sonido y dos pantallas de vídeo ayudaron también a que el espectáculo fuese un triunfo.
LA NUEVA ESPAÑA
Bruce Springsteen, el «trovador jefe» El Boss deja el sabor genuino de Pete Seeger en su concierto de Barcelona
Por Isidoro Nicieza
Bruce Springsteen convirtió en una auténtica fiesta musical su particular visión del legado folk de Pete Seeger en su único concierto en España, que reunió el sábado en el Pabellón Olímpico de Badalona (Barcelona) a un total de 9.663 espectadores.
Había expectación por ver cómo trasladaba el rockero de Freehold (Nueva Jersey, EE UU) el desnudo material grabado por Seeger, en especial el anterior a su unión con Woody Guthrie para formar The Almanac Singers, y, al igual que en el disco que ha motivado esta undécima visita de Springsteen a Barcelona y alrededores, el Boss ha optado por la mayor cantidad de medios posibles.
Comunicativo como siempre que se deja caer por estas tierras catalanas, no en vano nació cuando se celebra la festividad de la Mercé, patrona de Barcelona, Springsteen ha recordado en todo momento el porqué de su homenaje a Seeger, un hombre honesto, casado con la honradez y que sufrió la persecución política por hacer aflorar las mentiras de la «guerra fría».
Cincuenta años después, Springsteen parece haber encontrado, aún con más razón, su lugar en estos tiempos: tiene suficiente dinero y reconocimiento como para dorarle la píldora a nadie. Tiene demasiada rabia como para tragarse según qué sapos. Siente tanta vergüenza por la actuación internacional de su país como para permitir las mentiras de George W. Bush.
Y si Pete Seeger escribió en su banjo «este instrumento atrapa el odio y le obliga a doblegarse», y Woody Guthrie, el hombre en quien se miró Bob Dylan, rotuló sobre su guitarra «esta máquina mata fascistas», Springsteen se ha mirado en el espejo del neoyorquino, nacido en 1919, para gritar que su voz, su armónica y sus guitarras atacan la mentira, la insolidaridad y el abuso de poder.
Eso sí: en vez de hacerlo como los trovadores o los cantautores folk de principios del siglo XX, Springsteen saca la billetera, se rodea de 17 músicos, de lo mejorcito de Nueva Orleans, y dicta sentencia a ritmo de folk, blues, country, gospel, cajún o zydeco, convirtiendo un homenaje a Seeger en un canto de esperanza interpretado por una «big band» que acaba como una «marching band».
Tras empezar con «John Henry», presentó el segundo, «Oh, Mary, Don't You Weep», en catalán, como toda la noche, diciendo «me gusta volver a estar aquí tan pronto. Esta noche nos divertiremos». Tras insistir al público si «estaba preparado para cantar», atacó «Old Dan Tucker», que provocó un «oe, oe, oe». «Esta canción habla de la vida y los derechos civiles en Estados Unidos», dijo de «Eyes on the Prize»,y prosiguió con «Jessie James», «Adam raised a Cain» y «Erie Canal». El violín, los metales, el acordeón y el banjo remarcaron la parte más lúdica y festiva. Unas lámparas del Oeste americano y dos pantallas de vídeo completaron la sesión.
ABC
FESTÍN DE RAÍCES A PROPÓSITO DE PETE SEEGERConcierto de Bruce Springsteen. Lugar: Pabellón Olímpico de Badalona (Barcelona). Fecha: 14-05-2006.
Por DAVID MORÁN
Una fiesta para el cuerpo y un auténtico festín a base de sonidos de raíz y folk plítico y social servido por una apabullante y demoledora big band de granero. Sólo así puede resumirse el imponente espectáculo con el que Bruce Springsteen prendió fuego al Palau Olímpic de Badalona y añadió una nueva victoria a su impecable historial de servicios en directo. Sin su repertorio de clásicos ni el respaldo acorazado de la E Street Band, el Springsteen más rural, desenfadado, comprometido, politizado y atento con la historia del folklore de su país se dio un auténtido atracón de pasión e intensidad de la mano de «We Shall Overcome: The Seeger Sessions», disco en el que rescata canciones del octogenario Pete Seeger para convertirlas en musculadas y contagiosas declaraciones de principios. Aquí y ahora, Springsteen es ese martillo por el que suspiraba Seeger hace varias décadas. ¡Y menudo martillo!
«Esta noche nos divertiremos», anunció el «Boss» en su catalán con acento yanqui mientras, a su lado, una bulliciosa banda de 17 músicos compuesta por trompeta, tuba, saxofón, trombón, banjo, batería, pedal steel, guitarra acústica, teclado, bajo, acordeón, dos violines y cinco coristas inflamaba el repertorio y le sacaba todos los colores a las historias en blanco y negro de «Mrs. McGrath», «Eyes On The Prize» y «My Oklahoma Home».
Así, desde la pletórica «John Henry» a la concluyente «Buffalo Gals», Springsteen se apropió de canciones escritas hace más de un siglo y las fue arrojando a un público entusiasmado. Su voz ardiente y arenosa ponía la base. La banda se encargaba del resto. «Old Dan Tucker», «Oh, Mary Don´t You Weep», «Jacob´s Leader», «Jesse James»... Si no fuera porque la historia indica lo contrario, se diría que todas estas canciones nacieron con el único propósito de que Springsteen las cantara algún día. Con lámparas de araña colgando del techo y amplios cortinajes como única decoración, el escenario se convirtió en un remoto lugar a medio camino entre Texas, Nueva Orleans, las big bands callejeras, el dixieland, los barriles de whisky ilegal y los cánticos de iglesia.
Incluso canciones propias como «Johny 99», «Ramrod», «Open All Night», «Adam Raised A Cain», «My City of Ruins» y «You Can Look (But You Better Not Touch)» alteraron su código genético para sumarse a esa celebración de las raíces y la tradición tras la que se esconde una mirada de reivindicaciones sociales y políticas. Así, entre recuerdos a los derechos civiles, odas a líderes sindicales y retratos de la América profunda, la adaptación de «How Can A Poor Man Stand Such Times And Live?» sirvió, además de para recordar la tragedia de Nueva Orleans, para darle un nuevo tirón de orejas a George W. Bush. «We Shall Overcome» fue presentada como «una de las mejores canciones de protesta política de todos los tiempos», y protesta es precisamente lo que viene haciendo Springsteen en los últimos tiempos.
En esta ocasión, sin embargo, el «Boss» aireó su faceta más combativa para transformar estampas de desolación en mágicas instantáneas de júbilo y esperanza. Un lujo. Una fiesta
LA VANGUARDIA
El Boss cautiva con su alma folkSpringsteen conquista Badalona en la presentación de ´We Shall Overcome´
El cantante anunció en catalán, entre el delirio del público, que volverá de nuevo en otoño
Por: XAVIER ALDEKOA
Apenas sonaron los primeros acordes de John Henry, uno de los mayores clásicos de la música popular americana, y el Pavelló Olímpic de Badalona retumbó. Bruce Springsteen acudió ayer a un nuevo reencuentro con su fiel parroquia catalana y brindó una noche espléndida de música con alma de folk.
Si hace un año el músico de Nueva Jersey amplió su leyenda con un emotivo concierto en el mismo escenario pero en versión acústica para desplegar los temas de un intimista Devil& Dust, en esta ocasión la cita, en su única actuación en España, servía para presentar en sociedad su último disco We Shall Overcome. The Seeger sessions. De la mano de su primer trabajo de versiones, el vigésimo primero de su discografía, ofreció un relectura con acento sureño de canciones tradicionales norteamericanas, todas ellas asociadas a la figura de Peter Seeger, mito viviente de la música de raíz estadounidense.
Con una demostración de energía y conexión con la ciudad -utilizó un voluntarioso catalán para introducir algunos temas-el músico de 56 años escribió un nuevo capítulo del idilio que vive con Barcelona, capital en la que había actuado anteriormente en diez ocasiones. "M´agrada ser una altra vegada aquí, tan aviat. Aquesta nit ens divertirem", dijo a modo de saludo. Antes del inicio del concierto, que empezó con rigurosa puntualidad británica, el público jaleó al cantante y entonó varias veces el estribillo de Pay me my Money down, uno de los temas con mejor acogida de su último álbum.
Acompañado en todo momento por una excelente y nutrida banda de casi 20 músicos, Springsteen pasó casi sin respiro a entonar O Mary don´t you weep, con tintes de gospel y folk. Y es que ayer el músico de Nueva Jersey aparcó de nuevo su papel de cronista rockero y contundente para vestirse de trovador de las pequeñas cosas en una revisión de canciones tradicionales. Pese a la antigüedad de algunas canciones, la habilidad de Bruce para aportarles una buena dosis de vitalidad, consiguió que las canciones "revivieran" y parecieran de rabiosa actualidad.
También hubo espacio durante el espectáculo para algunos temas de sus discos más íntimos como Nebraska o algún escarceo con canciones de The river, a las que cambió la cara al acercarlas a ritmos tradicionales.
Precisamente, la primera relectura de su discografía llegó con una versión de Johnny 99, que en sus notas iniciales costó reconocer incluso a los fans más fieles.
Con las casi 10.000 personas que abarrotaban el recinto en el bolsillo, el acento sureño de Old Dan tucker provocó la primera ovación de la noche con un "oeoeoe" catárico y Bruce con los brazos en alto.
La invocación espiritual-gospel de Eyes on the prize sirvió de avanzadilla a una fase de concierto en la que desfiló por el escenario, entre otras, el country ortodoxo de Jesse James, la deliciosa My Oklahoma Home, cerrada con la segunda ovación de la noche, o Mrs McGrath, tema con aires irlandeses y escoceses que el Boss introdujo como "una gran canción contra la guerra".
Cuando parecía que nada podía acabar con el griterío del público, los aplausos del público fueron silenciados por las primeras notas del tema inédito How can a poor man stand such times and live? (¿Cómo puede un hombre pobre soportar tiempos como estos y vivir?), presentado por Springsteen con una larga crítica anti Bush. Algunos versos de este tema, escrito por Blind Alfred Reed un mes después del crack bursátil de 1929 y que popularizó Ry Codder en 1970, han sido adaptados en homenaje a las víctimas del huracán Katrina que asoló Nueva Orleáns el pasado mes de agosto.
La noche derivó hacia un final de fiesta en el que destacó la buena acogida del festivo Jacob´s Ladder, que tras una nueva ovación cerrada, sirvió de antesala a uno de los temas estrellas del nuevo álbum: We shall Overcome. El tema que da título al último CD del cantautor norteamericano, una de las canciones protesta más famosas de la historia, fue el momento de mayor recogimiento e intimidad de la noche.
Pero después del tiempo de contemplación espiritual llegó el momento de desatarse. La noche adquirió tintes de fiesta total cuando el escenario se transformó en una enorme taverna sureña para recibir una de las obras maestras de su nuevo disco Pay me my money down. El corte, que se convirtió hace décadas en una especie de himno con la que los estibadores negros de los puertos de Georgia y Carolina del Sur exigían la paga a los dueños que los estafaban, llenó de júbilo el recinto y sirvió de carta de presentación a unos generosos bises.
Para los bises, Bruce Springsteen reservó varias revisiones de temas antiguos -con cumpleaños feliz cantado junto al público incluido-donde, como ya hizo el pasado viernes en Milan, recuperó Ramrod, una pequeña joya de su disco The river que no suele tocar a menudo en directo, así como My city of ruins.
Como ya apuntó en la ciudad italiana, el Boss adelantó que hará una nueva gira europea en otoño cuando, en catalán, dijo: "Moltes gràcies als meus fans espanyols pel suport, l´amor i la confiança. Tornaré a la tardor".
Un fin de fiesta espectacular, pasada la media noche y con el público puesto en pié y coreando el nombre del artista norteamericano certificó que, pese a que el próximo mes de septiembre cumplirá 57 años, Bruce Springsteen Boss está en un espléndido momento de forma.
EL MUNDO
Springsteen convierte en música festiva la critica de SeegerPor Rafa Quilez (EFE)
Bruce Springsteen ha convertido en una auténtica fiesta musical su particular visión del legado folk de Pete Seeger en su único concierto en España, que ha reunido en el Pabellón Olímpico de Badalona (Barcelona) a un total de 9.663 espectadores.
Había expectación por ver cómo trasladaba el rockero de Freehold (Nueva Jersey, EEUU) el desnudo material grabado por Seeger, en especial el anterior a su unión con Woody Guthrie para formar The Almanac Singers, y, al igual que en el disco que ha motivado esta undécima visita de Springsteen a Barcelona y alrededores, The Boss ha optado por la mayor cantidad de medios posibles.
Comunicativo como siempre que se deja caer por estas tierras catalanas, no en vano nació cuando se celebra la festividad de la Mercé, patrona de Barcelona, Springsteen ha recordado en todo momento el por qué de su homenaje a Seeger, un hombre honesto, casado con la honradez y que sufrió la persecución política por hacer aflorar las mentiras de la guerra fría.
Cincuenta años después, Springsteen parece haber encontrado, aún con más razón, su lugar en estos tiempos: tiene suficiente dinero y reconocimiento como para dorarle la píldora a nadie. Tiene demasiada rabia como para tragarse según qué sapos. Siente tanta vergüenza por la actuación internacional de su país como para permitir las mentiras de George W. Bush.
Y si Pete Seeger escribió en su banjo 'este instrumento atrapa el odio y le obliga a doblegarse', y Woody Guthrie, el hombre en quien se miró Bob Dylan, rotuló sobre su guitarra 'esta máquina mata fascistas', Springsteen se ha mirado en el espejo del neoyorquino, nacido en 1919, para gritar que su voz, su armónica y sus guitarras atacan la mentira, la insolidaridad y el abuso de poder.
Eso sí: en vez de hacerlo como los trovadores o los cantautores folk de principios del siglo XX, Springsteen saca la billetera, se reúne de 17 músicos, de lo mejorcito de Nueva Orleans, y dicta sentencia a ritmo de folk, blues, country, gospel, cajún o zydeco, convirtiendo un homenaje a Seeger en un canto de esperanza interpretado por una 'big band' que acaba como una 'marching band'.
Para ello ha partido de las canciones incluidas en su último trabajo, 'We shall overcome. The Seeger sessions', elepé que ha interpretado casi al completo, y de composiciones propias, adaptadas a los arreglos que requieren un grupo tan numeroso.
Así, tras empezar con 'John Henry', presentó el segundo, 'Oh, Mary, Don't You Weep', en catalán, como toda la noche, diciendo 'me gusta volver a estar aquí tan pronto. Esta noche nos divertiremos'.
'Johnny 99', de su disco 'Nebraska', concebida con guitarra y voz, fue un canto sureño, y, tras insistir al público si 'estaba preparado para cantar', atacó 'Old Dan Tucker', que provocó un 'oé, oé, oé' de estadio de fútbol.
'Esta canción habla de la vida y los derechos civiles en Estados Unidos', dijo de 'Eyes on the Prize', que cantó como si le fuera la vida en ello, y, con su mujer, Patti Scialfa -voz y guitarra-, siempre a su lado, prosiguió con 'Jessie James', 'Adam raised a Cain', 'Erie Canal' -'una canción de amor de un hombre a su mula porque en 1905 las mulas eran muy importantes', explicó-, 'My Oklahoma Home' -'sobre la gran depresión americana'- e 'If I Should Fall Behind'.
Entonces, confesó que la de hoy era la última noche que pasaba con su mujer, que se vuelve a Estados Unidos y no acaba la gira europea, y tras el aplauso unánime de los asistentes, fue el turno de 'Mrs. McGrath', 'How Can a Poor Man Stand Such Times and Live?', 'Jacob's Ladder', 'We Shall Overcome' -'una de las canciones protesta más famosas'-, 'Open All Nigy down' y 'Pay Me My Money Down'.
Con el violín, los metales, el acordeón y el banjo remarcando la parte más lúdica y festiva, un sinfín de percusiones, la pedal-steel guitar, las guitarras acústicas y los coros han ejercido de contrapunto en un concierto de casi dos horas y media de duración.
Unas lámpáras como de 'saloon' del Oeste americano, un telón frontal simulando el típico music-hall, 120.000 vatios de luz y 80.000 vatios de sonido de última generación, y dos pantallistas de vídeo de gran definición han sido suficiente para triunfar.
En el bis, 'My City of Ruins' -dedicada a su representante y descubridor, Jon Landau, por su cumpleaños-, una mezcla de 'Pay me my money down' y 'Ramrod', 'You Can Look (But You Better Not Touch)' y 'When the Saints Go Marching In'. Y, como anunció, volverá a España en otoño.
EL PERIODICO DE CATALUNYA
Springsteen convirtió en una gran fiesta la presentación de 'The Seeger sessions'Bruce Springsteen, un auténtico volcán escénico, ayer en el concierto que ofreció en el Palau Olímpic de Badalona.
Por RAFAEL TAPOUNET
No debe de haber muchos artistas que puedan arrasar un pabellón polideportivo con la única munición de un puñado de canciones folk nacidas hace más de un siglo. Anoche quedó claro que Bruce Springsteen es uno de ellos. Al frente de una trepidante banda de 17 músicos capaz de alternar el bullicio y la calma, la juerga y la plegaria, el Jefe prendió fuego al Palau Olímpic de Badalona en un recital para llevárselo a casa y ponerle un marco. Otro más, sí.
"¿Te gusta la música americana?", preguntaba el trío de Milwakee Violent Femmes en una de sus mejores canciones. Esta sí, podrían responder las más de 9.600 personas que abarrotaron la pista y las gradas del pabellón badalonés (entre las que figuraba, por cierto, el flamante conseller de Cultura, Ferran Mascarell). Y eso que la apuesta de Springsteen era de alto riesgo. We shall overcome. The Seeger sessions, su último disco, es una expedición a las fuentes de la música popular estadounidense en la que se cruzan historias de forajidos legendarios, baladas irlandesas del siglo XIX, espirituales negros de antes de la guerra de secesión, dixieland de Nueva Orleans, viejos himnos antibélicos y swing de Texas. Un menú de difícil digestión en manos de cualquier otro. Una fiesta para el alma y los pies si el chef se llama Bruce Springsteen.
MOTIVADO
Claro que, cuando se trata del Boss, el público barcelonés es un comensal agradecido. Anoche la velada se puso al rojo antes incluso de dar comienzo, cuando a las 21.30 horas, hora fijada para el inicio del espectáculo, un numeroso grupo de espectadores empezó a cantar el contagioso estribillo de Pay me my money down. Aunque el mensaje podía resultar equívoco ("págame mi dinero o vete a la cárcel", dice la canción), Springsteen captó la idea de fondo y, equipado con una carga extra de motivación, salió dispuesto a poner patas arriba el recinto ya desde el principio y, después de saludar con un "hola Barcelona, hola España", atacó una demoledora versión del clásico John Henry con toda la banda pisando gas a fondo.
Esa primera interpretación dio la pauta de toda la actuación. Secundado por unos músicos impecables, el héroe de New Jersey, pletórico de voz a sus 56 años, supo transformar, en la mejor tradición de la música americana, crudas viñetas de desolación y reproche en festivos himnos de júbilo y esperanza. Y lo hizo, doble mérito, sin traicionar el mensaje original de las canciones, lo que convirtió el recital de anoche en el de mayor carga política de cuantos ha ofrecido en Barcelona hasta la fecha.
Resultó casi hasta entrañable que alguien del público gritara "¡comunista!" después de que el autor de Born in the USA presentara We shall overcome como "una de les millors cançons de protesta política de tots els temps". También tuvo el Jefe palabras contundentes para denunciar la "corrupción" y la "política ineficaz" del Gobierno de George W. Bush justo antes de cantar How can a poor man stand such times and live?, una vieja canción protesta que Springsteen ha transformado en un duro alegato "inspirado en la tragedia de Nueva Orleans".
NOCHE DE DIVERSIÓN
Pero, por encima de todo, la de ayer era una noche de fiesta. "Ja torno a ser aquí, tan aviat", dijo el Boss con su catalán de Nueva Jersey en el tramo inaugural del concierto. Efectivamente, hacía solo un año de su última visita. "Aquesta nit ens divertirem", añadió con una sonrisa pícara. A fe que cumplió su promesa.
Springsteen interpretó casi al completo las canciones de su último disco (quedaron fuera Shenandoah y Froggie went-a-courtin'), algo que muy pocos músicos con una carrera tan larga a sus espaldas pueden permitirse sin defraudar al público, siempre ávido de hits. Él va tan sobrado de carisma que puede, como anoche, plantear más de dos horas y media de espectáculo sin recurrir a ni uno solo de sus clásicos incontestables y, aun así, salir a hombros.
Hubo, eso sí, visitas a algunos de sus discos anteriores. Sonaron versiones curiosas o irreconocibles, exultantes o dramáticas, de Johnny 99, de Adam raised a Cain, de If I should fall behind, de Open all night y, ya en los bises, de My city of ruins, Ramrod y You can look (but you better not touch), pero fueron apuntes esporádicos, préstamos destinados a reforzar el discurso de The Seeger sessions, que, a fin de cuentas, era el que contaba.
UN INSTRUMENTO MÁS
Y el público así lo entendió. Funcionando casi como un instrumento más, respaldó con sus gritos, sus coros --¡se sabían todos los estribillos de las nuevas canciones!--, sus aplausos desmedidos y sus bailoteos la última aventura artística emprendida por su ídolo. Esa que ayer convirtió una cancha de baloncesto en un granero, una taberna, una iglesia, un salón de baile y la sede del sindicato. Todo en uno y todo revuelto. Imposible quedarse con un solo momento, aunque el frenesí de Old Dan Tucker, la emoción de Erie Canal --"una cançò d'amor a una mula"-- y el desmelene de Jacob's ladder serán difíciles de olvidar.
En la recta final, los acordes de When the saints go marching in sirvieron para rendir un homenaje, algo obvio pero eficaz, a la inabarcable herencia musical de Nueva Orleans, la ciudad devastada que Bruce Springsteen eligió para iniciar la presente gira. Una última propina especial, Buffalo gals, dibujó una gran sonrisa en el rostro de todos los presentes que probablemente a estas alturas todavía no se ha borrado por completo. Y eso que es lunes. A eso se le llama magia.
LA RAZON DIGITAL
El huracán Springsteen renueva su idilio con Barcelona en clave folkEl Boss inunda de espíritu protesta el Pabellón Olímpico de Badalona
Por Sonia Doménech -
Barcelona- Un escenario austero (apenas unas lámparas y unas cortinas de terciopelo granate) porque la protagonista, una vez más, era la música, y dos pantallas para ver sus movimientos de cerca. Así se presentó anoche Bruce Springsteen en el Pabellón Olímpico de Badalona convertido en una suerte de «dixieland» para revivir el idilio que el Boss tiene con la ciudad, esta vez en clave folk y con un marcado tono de fiesta a pesar del contenido protesta de los temas escogidos.
La de anoche era su actuación número once en Barcelona y la única en nuestro país de la gira de presentación de «We Shall Overcome: The Pete Seeger Sessions», disco grabado en apenas tres jornadas y que domina el grueso del recital, otra velada memorable del músico leyenda en el que ya se ha convertido el Boss.
Adiós a la nostalgia. El Pabellón Olímpico de Badalona ya conocía el lado menos rockero de Springsteen, pues hace apenas un año presentó «Devils & Dust» en un ambiente marcado por el intimismo. Sin embargo, lo de ayer fue otra cosa, fue como si el público, de repente, se trasladara a New Orleans, donde empezó esta gira (una nueva bofetada a George Bush Jr. del de New Jersey), para presenciar como el huracán Springsteen planta cara con unas melodías prestadas llenas de protesta social a los muros de contención de la ciudad. Porque Springsteen demostró que tiene más fuerza que el huracán Katrina.
Sólo su mujer, Pati Scialfa, como vestigio de la E Street Band, con la que ha prometido nuevo material, entre los 16 músicos que acompañan a Springsteen en esta gira con apenas diez selectas paradas en Europa -la próxima es Amsterdam mañana para quien quiera aventurarse a la reventa-. Violines, mandolinas, banjos, tubas y trombones no son los instrumentos que suelen arropar al Boss sobre la escena, pero con ellos ha demostrado su capacidad para reinventarse. Si en el disco, publicado el pasado abril, tienen cierto aire nostálgico, vale la pena escuchar cómo suenan en directo canciones como «Jessie James», «Erie Canal» y «My Oklahoma Home».
Pero vayamos por partes, porque desde el arranque, el concierto derrochó energía. «John Henry», en versión desgarrada, marcó el inició de un recital que hizo que el pabellón se convirtiera rápidamente en un «saloon» en el que sólo faltaba el tabaco, el whiskey y las cartas de póker. Hubo incluso un dueto para el recuerdo con Pati. Dijo desués en un perfecto catalán, idioma al que acudió en varias ocasiones a lo largo de la velada, «aquesta nit ens divertirem». Lo cierto es que impresioó la interpretación de «O Mary don’t you weep». Éxtasis en el segundo tema.
No toda noche la tensión estuvo en lo más alto, pero resulta memorable que canciones propias de la América profunda fueran tarareadas en Barcelona por cerca miles de personas a punto de desgañitarse. Incluso en una «canción de amor a una mula», como recordó Springsteen que era «Erie Canal», el público no pudo estarse quieto en sus asientos y apludió a rabiar los desgarrados lamentos del violín. Otro de los temas que merece destacar fue «How can a poor man stand such times and live?», canción que no está incluida en el disco que ha propiciado esta gira, pero que Springsteen ha querido hacer llegar a sus seguidores a través de su propia página web.
El próximo otoño, más. Springsteen nunca ha fallado a la máxima de «un disco, una gira», y por eso los temas de «We Shall Overcome: The Seeger Sessions» marcaron la velada, otra más para el recuerdo y para sus fervientes fans, como mínimo para los alrededor de 10.000 que consiguieron entrada para acceder anoche al Pabellón Olímpico. Eso no quiere decir que el público no se quedara con ganas de escuchar temas propios, de los que apenas interpreta en esta gira «Johny 99», del intimista, «Nebraska»; el lamento por el 11-S «My City of Ruins»; «Cadillac Ranch» y «You can look (but you better don’t toucht)», todas ellas sonaron con sonidos sureños. Porque anoche era lo que tocaba: casi tres horas de folk con sabor añejo a la espera de que el Boss vuelva a encender su alma rockera. Como ya hiciera en Milán, en Barcelona, y otra vez en perfecto catalán, Springsteen no se fue sin anunciar primicia: «Nos vemos en otoño». Y prometió que esa nueva gira sí que pasará por otras ciudades de España.