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lunes, octubre 23, 2006

CRONICAS DEL CONCIERTO DE SPRINGSTEEN EN GRANADA



IDEAL DIGITAL por Javier Fuentenebro

La voz y el martillo
Bruce Springsteen se mostró arrollador en la plaza de toros de Granada con un repertorio de folk vigoroso El público participó y disfrutó del concierto festivo que ofrecieron un pletórico Boss y su banda
¿Hola Granada! ¿Estáis preparados!, ¿estáis preparados...!» Pues no, Granada no estaba preparada para lo que Bruce Springsteen nos tenía guardado. Las diez mil almas que llenaban la plaza de toros se quedaron anonadadas anoche ante el torrencial de folk musculoso y festivo que provocaron el Jefe y los dieciséis músicos que componen la Seeger Sessions Band. La voz y el martillo. Porque Bruce tiene ahora mismo, a sus 57 años, una garganta espléndida; y su grupo, tras unos primeros minutos de 'rodaje', sonó como un martillo interpretando con vigor y actitud casi rockera un repertorio -fundamentalmente el de Pete Seeger-, de marcado contenido 'rural' y reivindicativo. Un empaste vocal y musical que nos 'obligó' a bailar demandas sociales, críticas políticas, antibélicas.... Ya lo dijo Lennon a cuenta de su 'Imagine', un mensaje ácido en un envoltorio dulce se lo come todo el mundo.

A las 22.25 horas -con 25 de minutos de retraso- salió Springsteen a escena. Un entarimado austero, con tres grandes lámparas colgadas del techo y las banderas española y estadounidense a los costados, y dos pantallas de vídeo gigantes para seguir las evoluciones de la estrella desde cualquier rincón del recinto. 'John Henry' y 'Old Dand Tucker' -ambas de su último disco 'We shall overcome', The Seeger Sessions'- abrieron el concierto y establecieron las pautas del mismo; esto es, vamos a cantar contra las injusticias del mundo pero nos los vamos a pasar bien.

Terremoto folk

Y así fue. El público brincó, sudó y disfrutó con la entrega y la energía que emanaba del escenario. Góspel, country, jazz que parecía parido en Nueva Orleans y aires irlandeses (EE UU ha chupado mucha sangre de esa isla). Todo empaquetado a la perfección por el Boss y sus chicos -sin su mujer, Patti Scialfa, que se había quedado al cuidado de sus hijos, según explicó el propio cantante en un momento dado-, para que una tierra tan ajena a esos géneros musicales como Granada se integrara completamente en tal explosión de sonido profundamente yanqui. Y coreando las canciones.

Al tercer tema cayó un clásico menor en la carrera del de Nueva Jersey: 'Adam raised a Cain', (corte incluido en 'Darkness of the edge of town'), absolutamente irreconocible. Mejor suerte tuvo 'The river', en una recreación folkie que supo sacar jugo a la melancolía del tema.

Entre unas y otras, el verdadero contenido del 'show': folklore americano -el vaquero 'Jesse James', 'Eric Canal', 'Mrs. McGrath' o 'Mary don't you weep'- pasado por una trituradora de metales, guitarras acústicas, bajos, teclados, violines y unos coros sobresalientes, partitura que ponía las notas a mensajes políticamente 'incorrectos'.

Los momentos más memorables tuvieron tres claros protagonistas: el íntimo y campestre 'My Oklahoma home', con su estribillo 'blowed away' aullado por un público en mágica sintonía con el esforzado granjero-ganadero de peto y sombrero; 'How can a poor man stand such times and live', lo más cercano a la E Street Band que escuchamos ayer; y 'Jacob ladder', en una larguísima y desmadrada versión que puso patas arriba, literalmente, la plaza de toros, convertida en un improvisado templo góspel con Bruce de maestro de ceremonias y toda la Seeger Sessions Band arremolinada al borde del escenario, en comunión cervecera con el respetable.

La tierra prometida

Todo era perfecto y al propio Boss -con sonrisa permanente- se le notaba en la cara la satisfacción de una receptividad que es posible no esperara.

Y quizás sorprendido por la respuesta del coso, dedicó 'The promise land' ('La tierra prometida') a Andalucía, y agradeció en español la asistencia a su concierto, «porque ya sé que hoy había coches y fútbol», en alusión al campeonato de Fórmula 1 y al Real Madrid-Barça. Rasgo inequívoco de un tipo campechano que aún respeta el precio de una entrada y que todavía disfruta con una guitarra.

Al filo de las 12.30 de la noche encaró la recta final del concierto con la única canción que ha compuesto para el disco dedicado a Seeger: 'American land', el triste lamento de un emigrante llegado a EE UU que escribe a su chica prometiéndole una casa y un hogar en «la tierra americana».

Y ya de madrugada, como cantaba Serrat, «con la resaca a cuestas, volvió el pobre a su pobreza, el rico a su riqueza y el señor cura a sus misas. Se acabó la fiesta». Que es lo que fue.


EL MUNDO por Javier Pérez de Albéniz

¿Existe el concierto perfecto? No lo sé, pero el de Granada se le parece mucho: un lugar magnífico, un público caliente, un sonido potente, un repertorio ajustado pero con sorpresas... Así fue la noche de la ciudad andaluza, sin duda la más excitante y próxima a la gente de cuantas han ofrecido Springsteen y la Seeger Session Band.

El momento emotivo está muy claro. Bruce se cuelga la armónica, insinúa un acorde de guitarra y anuncia "una canción especial para Andalucía". Suena 'The Promised Land' (La tierra prometida), un tema del álbum 'Darkness on the Edge of Town'. La plaza de toros se viene abajo. Una plaza de toros pequeña, construida en vertical, que permite que nadie este a más de 100 metros de 'El Jefe'. Y que el sonido sea especialmente contundente. La comunión público-musicos es perfecta: pueden olerse, pueden verse las caras...

Ningún recinto de los utilizados en esta gira debería tener capacidad para más de 10.000 personas. Sólo así se puede disfrutar de una banda de 17 músicos y de un repertorio que deparó nuevas sorpresas (además de 'The Promised Land'). Repitió 'The River' y 'Adam Raised To Cain' se hizo un hueco en la primera parte. Volvió 'Bobby Jean'. Y escuchamos por segunda vez una nueva canción sin título que Springsteen presentó en Valencia, algo parecido a un reggae festivo que podría resultar muy radiable y comercial.

A las doce y media de la noche, con la plaza puesta en pie, Bruce dio las gracias por darle una oportunidad: "Gracias por venir en un día con fútbol y carreras de coches". Como agradecimiento ofreció el mejor show de su gira española... De momento.

A las dos de la madrugada, medio centenar de seguidores le esperaba en la puerta del hotel Palacio de Santa Paula. "Esta noche parecía el hombre más feliz del mundo", dijo una chica que hacía guardia junto a su hermana. "Seguro que en algún momento baja a saludarnos".