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viernes, octubre 20, 2006

CRONICAS DEL CONCIERTO DE MADRID


A continuación podéis leer crónicas del concierto de ayer de Madrid publicadas en prensa. Esta mañana por televisión se han podido ver imágenes del concierto, con presencia de de All The Way Home, John Henry y Old Dan Tucker.

ABC por Manuel de la Fuente:

Bruce Springsteen: «No sentimos tanto miedo ni en los tiempos de Vietnam»
Qué le vamos a hacer, el burro delante para que no se espante. Por una vez y sí, sin que sirva de precedente, permitan que empecemos en la primera persona del singular, el mío más exactamente. Porque el que suscribe llevaba veinticinco años (por redondear) esperando este momento, el de ayer por la tarde, cuando tuvo el gusto y el honor de estar a dos pasos de uno de los grandes músicos populares de hoy: Bruce Springsteen.
Y es que el de Nueva Jersey (vayan ustedes a saber el motivo, quién sabe si los huevos estrellados de Lucio, o aquel romántico paseo por el Retiro de hace años con Patti), tuvo a bien despachar ayer con la prensa tres horas antes de saltar al escenario de Las Ventas, en su primer concierto de la gira que le trae a España con el cancionero de Pete Seeger bajo el brazo.
En primera persona, en vivo y en directo, Bruce llegaba a la plaza sobre las siete, en un monovolumen con los cristales ahumados, pero, eso sí, él sentado en el asiento del copiloto. La entrada y el patio de caballos de Las Ventas son un ir y venir de «mazas» y de cachas, algunos chiquitos, pero todos matones. Desde el coso pronto llega el eco del vozarrón del de Freehold, un vozarrón como para tenerlo de vecino.
Arriba del escenario Bruce ataca «El fantasma de Tom Joad», al mando de toda la tropa de la Seeger Sessions, hasta diecisiete músicos, que ya suenan engrasados y empastados. Un prodigio. Como lo es que Bruce, después de calentar definitivamente motores con «John Henry» se acerque hasta el foso y medio tumbado sobre el escenario empiece evocando la figura de Seeger. «Al igual que Pete -explica el Boss- yo también he hecho música con contenido social y político... pero adoro a Elvis y adoro el rock and roll».
Con una medalla de la Virgen al cuello, Springsteen no elude ninguna cuestión que se le plantee y sólo tuerce (mínima, corta, pero intensamente) el gesto cuando alguien le recuerda «su edad» (57 añazos, compañero, ya quisieras).
Por el camino habla maravillas de España («cada vez me fascina más este país»), certificación boca a boca de un romance que comenzó allá por el 81 y su primer concierto en España: «Lo recuerdo perfectamente, pocas veces he sentido algo así en una actuación». Y lo dice un tipo que se ha recorrido medio mundo tirando de su guitarra Fender y de su garganta: «Algunas de estas canciones -continúa- tienen cien, ciento cincuenta y hasta doscientos años. Me encantan, porque además de sus aspectos políticos también son canciones hechas para bailar y para vivir, son canciones civiles, canciones de paz». Bruce también explica que la música es un buen vehículo para la unión de los ciudadanos, y no tiene inconveniente en caldear el ambiente: «Debemos seguir luchando, he vivido la época de la guerra de Vietnam, he vivido la época de Reagan, y nunca sentí el miedo que ahora siento. Hay que volver a luchar como en la época de los derechos civiles».
De vuelta al ruedo, y de vuelta al rock and roll, que al fin y al cabo es de lo que se trata, Springsteen confirma que se encuentra «muy inspirado» a lo largo de esta gira, que está escribiendo mucho y que la E. Street Band va a tener trabajo en breve. Que así sea.

Aguantando el chaparrón desde las cinco de la tarde
No, desde luego sigue estando muy claro que al aficionado a la música popular (algo que tal vez sólo ocurra con el hincha de fútbol) no hay meteoro que le asuste, ni predicción meteorológica que le pueda arrendrar. Llueva o truene, la gente no falta a la cita con su músico preferido, y lo cierto es que ayer pintaban bastos en el cielo madrileño. Tanto como chuzos de punta no cayeron, pero los chaparrones iban y venían como bombarderos en busca de carnaza. Con lluvia o sin ella, a las cinco de la tarde ya había centenares de aficionados que aguantaban el chaparrón en los aledaños de la Plaza de las Ventas. La pregunta principal, la cuestión que traía en vilo a la «peña» era tan sencilla como absolutamente evidente: «¿Se puede pasar a la plaza con paraguas?». La respuesta a esa hora, como diría Dylan, estaba en el viento. Porque lo cierto es que a esas horas la arena del coso madrileño estaba hecha un auténtico lodazal, aunque ya ha quedado dicho que para los «brucemaniacos», si hay que echarse al barro, pues se echa uno. Más si cabe con el tipo de fiesta que Bruce se encargó de organizar ayer en Madrid.Algo así como una gigantesca verbena pero a la americana, a la norteamericana, más concretamente. Y es que el cancionero que Bruce ha traído en este envite es realmente y literalmente como para rebozarse en él, de puro compadreo y de pura camaradería. Rebozados como croquetas, casi al pie de la letra, al pie de la letra y de esta música que Springsteen ha sacado de la chistera del venerable Pete Seeger, música para celebrar el gozo de la vida, el de la esperanza y el de perpetuar ese viejo rito de la canción, como el abuelo de Atapuerca, en torno al fuego, bajo el diluvio, pero unidos y acompañados.Dos horas en un ritual en el que el espectador es parte activa (activísima en algunos casos), un ritual en el que las canciones vuelven a tener la carga y el contenido que tantas veces tuvieron y que alguna vez perdieron por mor de la comercialidad. La música popular, como dice Bruce, «un gran vehículo para la democracia»

EL MUNDO por Javier Perez de Albéniz:

El nuevo Springsteen, un cantante callejero con rock en las entrañas, puso a bailar a Las Ventas con una sucesión de hábiles recursos estilísticos: unas canciones folk, unos arreglos gospel, efectistas voces soul, ligeras referencias a Nueva Orleans, algunas poses rockeras...

¿Éste es el tipo que escribió "Born to run" y "Rosalita"? ¿Estamos ante el mismo individuo que hacía hablar a su Fender Telecaster? ¿Es el hombre que después de tres horas de concierto se atrevía con el legendario "Detroit Medley"?

Pues sí, aunque ayer en muchos momentos sonase como los Chieftains en la más cruda de sus celebraciones etílicas.

El público, mucho adulto y poco chaval, tardó toda la primera parte del concierto en asimilar el carácter de la juerga. Diez canciones de calentamiento para entregarse en la recta final. Algo de culpa tuvo el nefasto sonido inicial, con un bombo que lo empastaba todo excepto los solos. Afortunadamente, fue mejorando a lo largo de las 22 canciones, interpretadas en dos horas y media de concierto.

El repertorio, sin embargo, tuvo grandes altibajos, con los momentos más brillantes en "Jesse James" (unos grandiosos metales que sonaban como cañones) y "My Oklahoma Home" (ese olor a boñiga de vaca fresca).

Los viejos seguidores de Springsteen, que pedían a voces "¡Una antigua!" y "¡Un clásico!", se tuvieron que conformar con versiones irreconocibles de "Atlantic City", "Bobby Jean" y "You Can Look (But you Better Not Touch)". Los que le han conocido gracias al disco con temas de Pete Seeger se divirtieron de lo lindo con las musculosas versiones fabricadas por el 'boss'. Algunos, los más observadores, se preguntaban por la ausencia de Patti Scialfa, la mujer del jefe.Aunque con 17 músicos en escena, todos excelentes, no era fácil echar de menos a nadie. Excepto a la 'E Street Band'.

IDEAL DIGITAL por Jose Antonio Guerrero

«No sé nada de García Lorca, pero quiero saberlo todo»
Bruce Springsteen está deseando saberlo todo sobre Federico García Lorca. Así lo dijo ayer en Madrid en el transcurso de un breve encuentro con un reducido grupo de medios de comunicación españoles, entre ellos IDEAL. El Boss reconoció que no sabía nada de la figura y de la obra del poeta granadino, pero cuando este periodista le comentó que Lorca es todo un símbolo de la tragedia de la Guerra Civil y que defendió la libertad con el mismo ahínco que Pete Seeger, (el viejo cantautor comunista que inspira su último disco,'We shall overcome: the Seeger sessions', y la gira que le traerá a Granada en un par de días), Bruce exclamó: «¿¿No me diga!! Desafortunadamente no le conozco, pero me encantaría saber todo de él». Entonces pidió por favor que alguien de los que allí estábamos le escribiera el nombre del poeta en un papel y se lo hiciera llegar a través de su agente, cosa que, naturalmente, hicimos inmediatamente. Y para regocijo de los amantes de Lorca y para subir todavía más el ego de los granadinos (hay que tener en cuenta que la ciudad de la Alhambra es la única andaluza de la gira de Springsteen, una decisión en la que, según dicen quienes le conocen, ha pesado mucho su interés personal en conocerla), dijo con una sonrisa: «Me interesaría mucho que alguien también me pasara algunos de sus libros. Estoy deseando conocer su obra».
Cuando esto ocurra, seguramente Springsteen entenderá por qué buenos amigos suyos como Patti Smith -con quien compuso la legendaria 'Because the night'-, Lou Reed, Leonard Cohen y más recientemente Michael Stipe, de REM, llegaron a Granada atraídos por la magnética figura de Lorca.

Afable
Springsteen hizo esta lorquiana declaración de intenciones sentado en uno de los bordes del escenario de la madrileña Plaza de las Ventas, donde anoche abrió la gira española de su último disco, que le llevará también a Valencia, Granada, Barcelona y Santander. El Boss se mostró extremadamente afable con los periodistas, que tomábamos notas agradecidos y admirados de que un tipo como él, una estrella planetaria, estuviera ahí sentado, a un metro de nuestras narices.
«Es algo excepcional. Que yo sepa nunca antes ha concedido un encuentro de estas características con los medios. Sólo alguna entrevista en televisión y algún programa muy puntual», comentaba un responsable de Sony-BMG, la discográfica del cantante de New Jersey. Fiel a su estilo de siempre, Bruce vestía informalmente. Pantalones raídos de tela, zapatillas de deporte, una enorme pañoleta roja que protegía su garganta del frío de la noche madrileña y camisa oscura de lino. Se ha dejado la perilla y lleva dos pequeños aretes en los lóbulos de las orejas. Un toque juvenil a sus 57 tacos muy bien llevados.

Se acababa de quitar las gafas de sol con las que había estado ensayando un par de canciones que sonaron increíblemente bien: 'The ghost of Tom Joad' (1995) y 'John Henry', ésta de su último disco. Si lo que se verá el domingo en Granada se parece al concierto de anoche en Madrid, es del todo seguro que la gente se va a divertir. El escenario no es gran cosa. Es muy espartano. Apenas un par de detalles de color: unos enormes candelabros que cuelgan a modo de lámparas y un par de pantallas gigantes en las que se puede seguir las evoluciones del Boss.
Esa sencillez resalta la presencia de los 16 músicos que componen la The Seeger Sessions Band. Con sus banjos, violines, saxos y trompetas parecen una banda de 'folk and roll'. Sobre el escenario, el Jefe va pegado a una guitarra y una armónica. Pese a ser un ensayo, una prueba de sonido sin mayor trascendencia, se le ve muy exigente. Toca, canta, rasguea la guitarra... y de repente para en seco y da órdenes a la banda: «Let's try again». Y vuelve a repetir esa estrofa. La banda suena redonda, perfecta. Es una maravilla.

Idilio con España
Bruce respondió a todas las preguntas de los periodistas, pero tampoco concedió demasiado tiempo. Apenas quince o veinte minutos en los que con esa voz aguardentosa que le ha convertido en una de las estrellas de rock and roll más carismáticas del mundo, repasó lo que ha sido su historia de amor con el público español, un idilio que se inició el 21 de abril de 1981 en Barcelona, en un palacio de los deportes de Montjuic que no se llenó.

Pese a que en aquella ocasión no colgó el cartel de 'no hay billetes', recuerda sobre todo «la pasión de la gente en el 81». «Yo era muy joven todavía. Tendría 30 años o así. Creo que hacía seis años que había muerto Franco y eso se notaba. Se notaba que la gente estaba saliendo todavía de un largo periodo de dictadura, pero al mismo tiempo se percibía su entusiasmo. Recuerdo a un público completamente volcado».

Bruce confesó que desde entonces sus seguidores españoles e italianos han sido siempre sus favoritos. «El público de estos países pone el listón muy alto. Son los mejores fans. Luego vienen todos los demás», aseguró.
Springsteen no pasó por alto que hace poco se ha cumplido el trigésimo aniversario de la publicación de 'Born to run', un disco que marcó su carrera y como él mismo definió «la piedra angular de mi trayectoria». A su juicio, 'Born to run' continúa plenamente vigente hasta el extremo de que sería imposible mejorarlo. «Es de esos discos que los haces y no los puedes repetir. Lo que escribo ahora, lo que siento ahora, no son las cosas que me pasaban hace treinta años», recordó con cierta nostalgia.

Seeger
Como no podía ser de otra manera, también habló de Pete Seeger, quien le ha inspirado esta gira, un viejo luchador firmemente comprometido con los valores de la izquierda y que sufrió la 'caza de brujas' del senador McCarthy. Habló con respeto, casi con veneración, del octogenario cantautor. «Dio pasos de gigante. Está por encima. Yo los estoy dando más pequeños». Admitió que puede haber un paralelismo entre él y el viejo comunista, uno de los grandes del folk norteamericano y de la canción protesta que en los años 40 grabó canciones antifascistas de la Guerra Civil Española, como 'Viva la quince brigada'. «Los dos luchamos por las libertades, aunque no cabe duda de que él se implicó más». Con todo, el autor de 'The river' quiso desmarcarse del perfil político con el que últimamente se le asocia y enfatizó, entre risas, que le gusta Pete Seeger, pero que también le sigue tirando, y mucho, Elvis y los cádillacs rosas, con lo que quiso dejar bien claro que la sangre del rock and roll sigue fluyendo con fuerza por sus venas.

De lo que en absoluto se desmarcó el Boss fue de dar su punto de vista sobre su país, Estados Unidos, y el gobierno de Bush. Ahí volvió a demostrar que se encuentra en el otro extremo del músico apolítico y desideologizado. Así es cómo lo ve. «Estados Unidos está en una situación que da un poco de miedo. Con todo lo que yo he vivido... Ni desde la guerra de Vietnam ni con la Administración Reagan, nunca había vivido una situación como ésta en la que hay que volver a luchar por los derechos civiles. Los derechos civiles están debilitados y la censura florece en Estados Unidos. Hay que luchar por eso. Pero bueno, espero que en los próximos años la situación cambie. Es urgente que lo haga». Bruce habló del pasado, del presente de su país y también de su futuro musical, un futuro en el que se ve de nuevo en la carretera con la E Street Band. De hecho, está aprovechando esta extensa gira europea para componer. Tantos días de acá para allá en su jet privado le están permitiendo escribir nuevas canciones. Y como él aseguró, está muy inspirado.

Quiere retomar cuanto antes el contacto con su banda de siempre y regresar a los escenarios, aunque sin dejar del todo los bolos con la The Seeger Sessions Band. «La gira con los chicos», refiriéndose a los 16 que componen The Seeger Sessions Band, «me está gustando. Lo estamos pasando muy bien y me gustaría repetir, pero veo más cercano el proyecto con la E Street Band». Alguien dijo que será el año que viene.


EL DIARIO MONTAÑES

«En EE UU los derechos civiles se debilitan y florece la censura»
Bruce Springsteen abrió anoche en Las Ventas su gira española, la misma que le traerá el miércoles a Santander para quemar una traca más del Año Jubilar Lebaniego. El Boss llega más combativo y comprometido que nunca, con las melodías de Seeger bajo el brazo y con la certeza de que su país necesita más que nunca un cambio político

El mito pisó por fin Las Ventas. Bruce Springsteen triunfó como siempre lo hace pese a llegar con una fórmula distinta, huérfano de la E Street Band pero, a cambio, con la herencia de Seeger en el bolsillo.
Han pasado 25 años desde que Bruce Springsteen visitara por primera vez España. Ocurrió en un primaveral día de abril de 1981. Con apenas 31 años se presentó al público español en el Palacio de los Deportes de Montjuic (Barcelona) a mitad de aforo. Cuentan que entre la gente se hablaba más inglés que otra cosa y que de aquel concierto sacaron un disco pirata titulado 'El Boos (con dos 'oes') en Barcelona'. Un reflejo del mal gusto del momento. Los tiempos han cambiado mucho desde entonces, y más en este país, aunque la cabeza de Springsteen mantenga intacto aquel recuerdo. «Parece que fue ayer. Recuerdo el público, el ambiente. Se notaba que era otra época y que la gente acababa de salir de una dictadura», rememora.

Sentado en el escenario habilitado en la Plaza de toros de las Ventas, donde ayer una gira por España que lo llevará a Valencia, Granada, Barcelona y, por supuesto, a Santander como broche final, el Boss hizo un breve parón en medio del ensayo general para charlar con un grupo de periodistas. Con la sonrisa a flor de piel y la voz algo ronca -cubría su cuello con un fular rojo para cuidar su garganta-, Springsteen hizo un repaso de la gira que comenzó el 30 de abril del pasado año en Nueva Orleans, la ciudad devastada por el huracán Katrina.

Acompañado por 16 músicos de la banda de Seeger, una de las referencias de la canción tradicional estadounidense al que Springsteen homenajea en este disco, la puesta en escena recuerda a un salón del oeste con candelabros colgando, instrumentos clásicos de cuerda y viento, pianos de madera y luces y telas de colores al más puro estilo western.
¿Por qué Pete Seeger? «Es uno de los más grandes. Un activista político que luchó por las causas sociales con su canción protesta. Ahora intento llenar el hueco que dejó. ¿Es el momento!», sentenció Springsteen, en referencia a la situación política que hoy vive Estados Unidos bajo los designios de la administración Bush.

«Tenemos un poco de miedo con lo que está pasando en el país. Es una situación que no conocía desde la época de Reagan. Los derechos civiles se debilitan y la censura florece», comentó, incisivo.
Después de la gira europea con la banda de Seeger, el músico de Nueva Jersey, de 57 años, volverá con su viejo grupo, The E Street Band, aunque esta experiencia pueda tener continuidad. «Estoy muy a gusto con esta gira, con los músicos... Ya veremos en un futuro», dejó caer.
Cuando las luces se apaguen en Las Ventas, las 15.000 almas que hayan presenciado a Springsteen en su regreso a España lo habrán visto más activista que nunca, más reivindicativo, directo al grano; porque estos tiempos de desencuentros se merecen algo de claridad. La que sigue aportando el Boss.

LA RAZON por Alberto Bravo

Springsteen arrasó. La lluvia cesó y dio paso a una descarga sonora. La reinvención ruidosa de un músico que recuperó el folk para llevarlo al terreno de la pura fiesta. Por supuesto, no hay que caer en el error de considerar a este Springsteen como el creador de un sonido original. Lo que hace es, en realidad, una adaptación del añejo y «skifle» para llevarlo a un lugar en el que el músico se siente cómodo, el de la diversión con buenas partituras.
Para ello, Springsteen se rodea de un repertorio excepcional y de una banda con un estilo acorazado. No todo suena como debería, pues a veces es víctima de sus propios clichés, pero es lo más cerca que ahora se puede estar de aquel Springsteen de juventud, más allá de los siglos que tienen las canciones elegidas. Pero el resultado es bastante más agradable y sincero que el de otras etapas ya quemadas por el artista.
Tras el dichoso «hola Madrid» comenzó un recital de más de dos horas que se abrió con «John Henry». Springsteen se puso la guitarra muy cerca del cuello, evocando otros tiempos, cuando el cantante sólo utilizaba un micrófono para la voz y el instrumento. Su primer tema propio fue «Atlantic City», con un arreglo no demasiado afortunado. Le siguieron «All the way home» y «Eyes of the prize», que tampoco fascinaron. Pero el recital remontó con estupendas recreaciones de «Jesse James» o «O Mary don’t you weep», ambas de impecable factura. «Esta plaza de toros es muy bonita, pero espero que no saquéis los toros», dijo entonces para alegría del público que comparte su sentido del humor.
«torero, torero»
«Bobby Jean» fue con diferencia el mejor momento de la noche, una auténtica maravilla con ecos del «I want you» dylaniano. La gente reventó y comenzaron los gritos de «torero, torero». A partir de ahí, la emoción se desbordó con burradas como «My Oklahoma home», «Devils & dust», «Jacob’s ladder», «Long time comin’» y «Pay me my money down», con la que cerró el recital antes de los bises. Para entonces, Springsteen ya se había metido al público en el bolsillo. Los bises fueron clamorosos, como suele acostumbrar el artista, comenzando con un espiritual «My city of ruins», seguido de un vigoroso y celebradísimo «You can look (but you better don’t touch)». Luego rindió homenaje a Nueva Orleans con «When the saints all marchin’ in». El «show» terminó con «American land».
Springsteen disfrutó e hizo disfrutar a todos, incluidos a los menos familiarizados con el cancionero tradicional americano. Le sobraron trucos, los mismos que encienden a sus «fans» y detestan sus críticos. Pero todo quedó tapado por una noche de fiesta, de diversión de calidad, interpetada por un tipo con una gran voz, un gran talento y un gran carisma. El músico se puso el traje de trovador moderno, el penúltimo de sus difraces. Esta gira tiene fecha de caducidad y no se volverá a ver un Springsteen de estas características. Él ha elegido una forma de divertirse, recuperando unas canciones maravillosas. No quiere trascender, ni falta que le hace. Casi mejor así porque de esta forma todos se divierten.

LA NUEVA ESPAÑA


Bruce Springsteen charló ayer en Madrid con algunos periodistas, minutos antes del concierto que ofrecía en Las Ventas, donde miles de fans hicieron cola para verlo. Tiene muy claro que «en España están los mejores fans del mundo». También habló de su país y no dudó en comentar que, «tras las administraciones de Reagan y Bush, Estados Unidos necesita un cambio político urgente». Bruce dijo mirando al tendido: «Es un sitio fabuloso, a pesar de la lluvia, para ofrecer un concierto». Springsteen, que cierra gira el miércoles en Santander, explicó que su último trabajo, «We shall overcome: the Seeger sessions», es un regreso al folk americano «de hace unas cuantas décadas», precisó. Preguntado por sus semejanzas con Seeger, Springsteen dijo que sentía una «gran admiración por él», pero también «por Elvis y los Cadillacs».

También está de celebración, ya que acaba de cumplirse el 30.º aniversario de la publicación de «Born to run», el disco que cambió su vida. «Un disco irrepetible, porque es una colección de canciones sencillas sobre el amor y la vida compuestas a los 24 años en casa y con amigos», recordó. Springsteen rememoró su actuación en 1981 en un pequeño local de Barcelona. «España ha cambiado mucho, ya no es aquella que yo recuerdo de hace 25 años», comentó.

Finalmente, adelantó que el próximo año habrá nuevo disco con la «E Street Band» y nueva gira, porque ya tiene unas cuantas canciones escritas.