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miércoles, octubre 25, 2006

APOTEOSICO SPRINGSTEEN EN BARCELONA


CRONICA DEL PERIODICO DE CATALUNYA
Apoteósico Springsteen (Por Jordi Biancotto)
El 'Boss' conquistó el Palau Sant Jordi con el repertorio añejo de Pete Seeger

En Barcelona, las estrellas del rock se dividen en dos grupos: Bruce Springsteen y el resto. Por si era necesaria una prueba más de fidelidad, la afición catalana cerró filas anoche en el Palau Sant Jordi en otra demostración de fuerza de la springsteenmanía a lomos del recuperado repertorio de Pete Seeger y de algunos clásicos del artista, como The river, Factory y Growin' up. El rockero de Nueva Jersey, ahora desviado (¿temporalmente?) hacia temarios de folk y jazz de Nueva Orleans, desató una nueva dosis de delirio en las 18.000 personas que llenaron el aforo del local olímpico.
Fueron dos horas de temario inflamado, que apeló a las raíces afroamericanas de la mano de los 17 integrantes de la imponente Seeger Sessions Band. Pero Springsteen ya es en Barcelona algo más que un ídolo musical. "Bruce for president of Catalonia", reclamaba una pancarta aportando un inesperado plus de tensión a la reñida carrera por la presidencia de la Generalitat.
Como el pasado mayo en Badalona, el guión fue una suma de fiesta, raíces y un punto de espiritualidad soterrada. "Esteu bé?", preguntó tres veces seguidas, en catalán, antes de atacar con John Henry, la primera canción de la noche. El temario de We shall overcome marcó la pauta (fueron cayendo Old Dan Tucker, Eyes on the price, Jesse James, O Mary don't you weep...) y, viendo la soltura con que sonaban y la reacción de la audiencia, no parecía que fueran partituras recién incorporadas al repertorio del Boss. Poco se acordaban los fans anoche, viendo el recital, de las excelencias de la E Street Band.

REPESCAS EMOTIVAS
Hubo tiempo para pequeños experimentos, como su repesca de la remota (y poderosa) Love of common people, y para algunos viajes en el tiempo a través de su discografía. "Aquesta és una cançó antiga per als meus fans joves", anunció antes de entonar una remozada Growin' up, pieza de su primer disco. Le siguió el amargo canto a la clase obrera de Factory, y poco después sacó del baúl The river ("la dedico als meus fans de tota la vida", dijo) en una adaptación algo desfigurada pero que mantuvo un buen nivel de intensidad.
La banda funcionaba como tren de alta velocidad japonés, y la temperatura fue subiendo con How can a poor man stand such times and live? y un épico Jacob's ladder que Springsteen dedicó a la gran ausente de la noche, su pareja, Patti Scialfa, en casa a cargo de la descendencia. "La Patti us saluda i us dóna records des de casa. Els nens van a l'institut i no ens en podem refiar de deixar-los", aseguró el Boss en una entrañable confesión doméstica.

LA TUBA, ESTRELLA
El clímax del bloque central llegó con Pay me my money down, convertida en un divertimento colectivo que levantó a los asistentes de sus asientos y que coronó, al igual que en Badalona, con un solo de tuba. Un final de lo más curioso para un recital de Bruce Springsteen, aunque los bises transcurrieron por canales menos revolucionarios.
Land of hope dreams fue una elección "solo para Barcelona", y You can look (but you better not touch) aportó el punto de desenfreno final antes de los últimos cartuchos: When the saints go marchin' in, guiño explícito a la desafortunada ciudad de Nueva Orleans, y la obligada American land, festivo cierre oficial de los recitales de esta gira. "Espero que ens veiem molt aviat", lanzó. Viendo la profusión de sus incursiones por nuestros escenarios en los últimos tiempos, no parece que sea una simple frase de compromiso.



ESTA NOCHE VAIS A DECIR WOW (por Rafael Tapounet)

"Cuando esta noche salgáis ahí, vais a decir: 'Guau'". Eso es lo que Bruce Springsteen contó a los músicos de la Seeger Sessions Band sobre el Palau Sant Jordi y el público barcelonés. Que iban a quedar pasmados. Que iban a decir guau. "Estoy completamente seguro. Ya tengo ganas de ver sus caras".
El comentario de Springsteen sobre el Palau Sant Jordi es algo más que una gentileza de estrella con ganas de agradar. El pabellón olímpico de Arata Isozaki fue el lugar escogido por el Jefe para empezar, en 1999, la inolvidable gira mundial de reunión de la E Street Band. Y fue también el escenario del histórico recital de mayo del 2002. Histórico por cuanto la retransmisión televisiva en directo a través de la MTV y la posterior publicación del DVD Live in Barcelona le aseguró un pequeño pero dignísimo lugar en la historia del rock'n'roll.
Sitúense. Pasan 10 minutos de las siete de la tarde. Bruce Springsteen y sus músicos acaban de dar por concluida la prueba de sonido previa a la actuación. Una prueba de sonido que ha sido, en realidad, un pequeño recital para una audiencia de no más de 15 personas. Nada de interminables golpes de bombo y guitarras martilleando la misma nota. Eso ya lo han hecho los técnicos por la mañana. El Boss y la banda atacan las canciones desde el principio hasta el final. The rising, Land of hope and dreams (repetida varias veces), Love of the common people, una versión abreviada de John Henry, Youngstown y Factory.
El Palau Sant Jordi, vacío, impresiona de verdad. El sonido es espléndido, abrumador. Springsteen, ataviado con camiseta y pantalón de color negro y tocado con una gorra de los Yankees de Nueva York manda con una sutil firmeza. No hay un mal gesto, pero todos los músicos están pendientes de él. No se gana uno el sobrenombre de Jefe porque sí. Y ríen y se gastan bromas y se divierten, lo cual resulta bastante insólito en un grupo de personas enfrentado a la rutina de probar sonido, especialmente cuando llevan seis meses haciéndolo
Acaba la prueba y Springsteen, con una preciosa guitarra acústica en las manos, se acerca al borde del escenario, se sienta sobre uno de los chivatos y dibuja una amplia sonrisa. ¿Qué quieren preguntar, chicos?
Pues cosas como si prepara un disco con la E Street Band --"sí, y espero que sea un disco que encuentre un lugar entre los mejores de mi carrera, como creo que lo tiene The rising"--, si sus nuevas canciones mantendrán el tono altamente ideologizado de sus últimos trabajos --"solo en parte, no voy a hacer un disco solo de canciones políticas"--, si se arrepiente de haber hecho campaña a favor del demócrata John Kerry --"para nada, sigo creyendo que hice lo correcto"-- y, era inevitable, qué sentimientos le produce volver a actuar en el Palau Sant Jordi y ante el público barcelonés.
Ahí va la respuesta, convenientemente extractada: "Este lugar el Sant Jordi me es ya muy familiar. Y el público es absolutamente espectacular. Es un sitio muy cálido y pienso que fue una gran elección para empezar de nuevo con la E Street Band. El público español siempre nos aporta el ritmo que necesitamos. Es un público apasionado, generoso y, sobre todo, comprometido con la música. Esto es lo más importante. Yo quiero que mi relación con la música sea la misma que tenía a los 16 años, cuando no había en mi vida nada más importante que la música. Y esa es la sensación que tengo cada vez que toco aquí". Y luego dijo eso de que los músicos iban a decir "guau".
También habló de Pete Seeger, cuyo espíritu, dijo, se ha mantenido a través de artistas como Bob Dylan y otros cantautores próximos al folk "pero también a través de grupos como los Sex Pistols o los Clash". Y explicó qué es lo que le mantiene, a los 57 años, con ganas de salir a un escenario a tocar: "Cuando estoy actuando, pienso que no hay nada mejor que pudiera estar haciendo en ese mismo momento. Y, al fin y al cabo, es solo rock and roll".